miércoles, 12 de noviembre de 2025

ÁZUCAR REFINADO ¿POR QUÉ ES MALO?

 


Qué es

El azúcar refinado es el que se obtiene tras un proceso industrial que elimina impurezas, vitaminas, minerales y fibra, quedando casi exclusivamente sacarosa pura.
A diferencia del azúcar natural (presente en frutas, verduras o lácteos), el refinado no aporta nutrientes: solo energía rápida.

Por qué es perjudicial

  • Calorías vacías: Aporta energía sin ningún valor nutricional, desplazando alimentos más saludables de la dieta.

  • Picos de glucosa e insulina: Se absorbe muy rápido, generando subidas bruscas de azúcar en sangre seguidas de caídas que provocan fatiga, hambre e irritabilidad. Este ciclo repetido favorece el desequilibrio metabólico y la resistencia a la insulina, precursora de la diabetes tipo 2.
  • Aumento de peso y grasa visceral: El exceso de azúcar refinado se convierte fácilmente en grasa corporal, especialmente abdominal, elevando el riesgo de obesidad y enfermedades cardiovasculares.
  • Impacto en la salud metabólica:
    Está asociado con:

    • Hígado graso no alcohólico

    • Elevación de triglicéridos y colesterol LDL (“malo”)

    • Síndrome metabólico

  • Efectos que genera: Sensación de “subidón” energético seguida de cansancio, y puede estimular los centros de placer del cerebro, creando una dependencia similar a la adicción.

Consecuencias del consumo habitual

A corto plazo:

  • Energía momentánea seguida de bajón.

  • Cambios de humor y concentración.

A largo plazo:

  • Mayor riesgo de diabetes tipo 2, obesidad, enfermedades cardiovasculares, hígado graso e inflamación crónica.

  • Envejecimiento prematuro celular y alteraciones del sistema inmune.

Poblaciones de riesgo

  • Niños: suelen superar ampliamente las recomendaciones de la OMS (máx. 20–25 g/día). El exceso en la infancia fomenta malos hábitos alimentarios y riesgo de obesidad y caries.

  • Sedentarios: al no gastar energía, el azúcar refinado se acumula más fácilmente en forma de grasa.

 Alternativas y buenas prácticas

  • Sustituir por fuentes naturales de dulzor (frutas, miel o stevia con moderación).

  • Priorizar alimentos frescos e integrales.

  • Leer etiquetas para detectar azúcares ocultos (jarabe de maíz, dextrosa, maltosa, etc.).

  • Reducir el consumo de bebidas azucaradas y bollería industrial.

Conclusión

El consumo de azúcar refinado debería ser 0 ya que altera el equilibrio metabólico del organismo y abría que minimizar el consumo de productos procesados y bebidas azucaradas porque llevan muchos azucares en su composición y priorizar azucares naturales e hidratos complejos. Su consumo frecuente está ligado a múltiples enfermedades crónicas y al deterioro general de la salud.

Bibliografía

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