La dieta crudivegana, llega para quedarse. Desde los rincones de California, ha colonizado todo el planeta, y ya son muy pocos los que desconocen los batidos verdes o los zumos cold press. Se abren restaurantes crudiveganos y poco a poco se amplía la cantidad de alimentos crudos en la dieta de todas aquellas personas que quieren cuidarse un poco más.
La dieta crudivegana, en inglés denominada raw dieta, no solo es una simple dieta sino un estilo de vida. Se trata de una filosofía que une la dieta crudívora y el veganismo, basada en consumir alimentos de origen 100% vegetal no procesados y en su mayoría crudos o cocinados por debajo de los 42ºC, temperatura máxima a la que puede llegar la exposición solar. Luego, se intenta reflejar que los alimentos estén en su estado más natural y fresco posible, conservando muchas vitaminas y minerales que se pueden perder sometiendo a los alimentos al calor. Por ello, se ingiere un mayor número de micronutrientes y los vegetales que ingerimos preservan mejor las enzimas.
La dieta crudivegana es mucho más amplia de lo que creemos, ya que no incluye tan solo frutas y verduras, sino también otra variedad de alimentos como las semillas, germinados, frutos secos, flores, setas, algas, cereales integrales Para hacer posible el consumo de ciertos alimentos como cereales o legumbres y aumentar su biodisponibilidad, utilizan técnicas culinarias como el remojo, la germinación o la fermentación.
En cuanto a las ventajas de seguir esta dieta, al eliminar alimentos procesados, no estamos incorporando a nuestro organismo azúcares añadidos, grasas trans ni harinas refinadas. Otro punto a favor es que cuando cocinamos los alimentos, sobre todo las verduras, frutas y hortalizas se destruyen una parte de los micronutrientes que los componen, como son las vitaminas y minerales. Luego, el hecho de comer los alimentos crudos, hace que se mantengan las vitaminas, minerales, antioxidantes, proteínas vegetales y la fibra que está innata en los alimentos crudos, evitando la desnaturalización del alimento.
En cambio, por otro lado, no cocinar los alimentos supone un mayor riesgo de contraer alguna intoxicación alimentaria, ya que no se están destruyendo los microorganismos. También, debido al mayor volumen de alimentos que se necesita para proporcionar la misma cantidad de calorías que una con alimentos cocinados, el crudiveganismo no es la mejor opción en niños, adolescentes, mujeres embarazadas o en periodo de lactancia, o en aquellas que tengan altas necesidades de energía y nutrientes o dificultades de absorción intestinal. Aunque algunas vitaminas, como se ha mencionado antes, se conservan mejor en los alimentos sin calentar, otras mejoran su disponibilidad cuando el alimento es cocinado, como ocurre con los betacarotenos, presentes en tomates y zanahorias, y que se transformarán en vitamina A en nuestro cuerpo.
A mi parecer es una dieta/estilo de vida que hace que conectemos con los alimentos tal y como nos lo presentan en la tierra y, sobre todo, creo que nos aporta grandes conocimientos culinarios, ya que se necesitan muchas horas invertidas en la cocina. En conclusión, yo desaconsejaría la práctica de este tipo de alimento porque es muy difícil de mantener en un largo periodo de tiempo. En lugar de esta dieta, yo recomendaría pasar a una dieta vegana.
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