La
alimentación en la infancia y, especialmente en la adolescencia, es una pieza
clave en nuestra salud, dado que los hábitos adquiridos en estas etapas de la
vida son decisivos en el comportamiento alimenticio durante la edad adulta. La
población infantil es un grupo muy vulnerable a desequilibrios nutricionales,
pero también especialmente receptivo a cualquier modificación y educación
nutricional.
El
hecho de que actualmente ambos padres trabajen fuera del hogar o que el colegio
se encuentre lejos de la vivienda familiar, ha determinado que cada vez sean
más los padres que decidan llevar a sus hijos a los comedores escolares.
El
comedor escolar puede y debe ser, por tanto, un marco en el que día a día se
adquieren unos hábitos alimentarios saludables,
que complemente a la educación recibida desde la familia y personas de su
entorno.